Los sueños.

Hay un poema de Borges que afirma que se sueña escribiendo en una celda circular y que en él, el proceso se repite infinitamente y que nadie podrá leer el poema que escribe el que sueña. La metáfora es interesante, parece decirnos que aquello que sucede en un sueño es un proceso interno, solo del durmiente que se sueña a sí mismo y no que sueña consigo.  Soñar es mirarse y no reconocerse ahí  donde estamos en ese momento.

Hace unos días pensaba un sueño que vengo teniendo todas las noches y que ciertamente me da miedo. Soñé durante varios días con una araña, grande, que caía desde el techo del lugar donde me encontraba y se posaba sobre mí. Quería matarla, o no, no es algo que recuerde. Pero siempre me despertaba aterrado. Sentía absolutamente verdadera la posibilidad de que la araña me pique. No obstante hay un detalle peculiar en este sueño. Yo me veía con la araña y no era yo quién veía a la araña. Me contemplaba en la situación de ataque a través de otro que también era yo. La araña era tan real que me despertaba de ese desdoblamiento, me subjetivaba y el terror le daba lugar a la vigilia.

Me urgía interpretar el sueño. Lo interesante es que cuando algo me interesa o me obsesiona se van dando situaciones que me llevan hacia él, incluso cuando no quiero. El viernes como todos los días compro el página 12 y en él encuentro como siempre sucede los viernes, con la contratapa de Forn que narra a su manera particular alguna historia o concepto que lo atrae. En este artículo narra que el sueño cobra una importancia particular a través del concepto de metanoia. Dice Forn: “todos vamos más o menos distraídos por la vida hasta que tenemos un sueño que nos acomoda la peluca, y aun así, al ratito nomás de esas revelaciones volvemos a vivir como si los sueños no nos hablaran”. El concepto es claro, la importancia es clave las primeras horas después de haber soñado. El despertar es un arrebato de la razón, de la realidad. Comprendamos: después de soñar casi siempre adviene la vigilia, ese hecho, ese contraste entre la realidad y el sueño es forzado. El sueño termina, se abren los ojos y comienza la automática reflexión sobre lo que sucedió.  Pero es efímero, como el sueño.

Volvamos a Borges. Hay un ensayo que también habla de la relación entre los sueños y la construcción de la realidad. En “El sueño de Coleridge” explica Borges que los sueños permiten condiciones de posibilidad para transformarlos en realidad. Narra que se soñó un edificio y luego un poema sobre ese edificio, que entre el constructor y el poeta no hubo relación alguna, y que el poeta jamás supo que el constructor del edificio soñó el mismo.  Hay algo de sobrenatural en esta pretensión. Si el sueño es constructor o agrega algo a la realidad y también construye literatura tiene una doble función. El sueño es a la realidad una posibilidad y también a la ruptura de ella en tanto que contribuye a la literatura. El sueño se transforma en la farsa para una farsa que se multiplica. Los objetos son lo real, mientras que el lenguaje es una farsa y esta se multiplica en la literatura en tanto que se transforma en ruptura.

Explicar un sueño a través del lenguaje es imposible porque el lenguaje no contiene todas las imágenes, pero utilizar el lenguaje en un sueño es lo único posible. No hay sueño que se haya contado en el cual el lenguaje no sea medio entre el soñador y el sueño.  Soñar es casi una posibilidad del lenguaje en tanto que construye la realidad del mismo. Las imágenes que creamos, siempre se crean a través del lenguaje y se reproducen a través de este. Pero no hay lenguaje que permita explicar correctamente un sueño. Inclusive los que se dedican a interpretar estos no coinciden en los significados de soñar con los objetos más frecuentes.

Quizás como anécdota cabría contar que anoche tuve otro sueño. Diferente del primero. No había arañas. En mi sueño había una mujer o la última imagen que tuve de una mujer. Quería besarme. Accedí, pero cuando lo hice comprendí que yo estaba mirando la situación desde afuera, soñando ese sueño y diciéndole a esa mujer “no, no quiero, porque esto es un sueño y no es la realidad”. Después me desperté y pensé en este texto, que quizás también haya sido un sueño.

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